viernes, diciembre 30, 2005

Me canso...


" Me canso de no poder
tocar tus dedos, rozar tu piel.
Salir corriendo se da mejor
que afrontar la situación,
decir que si... decir que no.

Debajo de este disfraz
huesos y carne, cansados ya,
dentro del pecho se oxidaran
pocos latidos, torpe soñar,
motor herido... o rememdar.

Me cansa tanto pensar,
de alguna forma te he de olvidar,
aunque me mienta,
aunque me duela,
aunque te mate...
y con ello yo me muera".

(Me canso, letra de Jose A. Delgado)

miércoles, diciembre 21, 2005

Equilibrio...


"En un platillo de la balanza coloco mis odios; en el otro mis amores. Y he llegado a la conclusión de que las cicatrices enseñan; las caricias, también." (Mario Benedetti)

Y aqui ando, echando en falta las caricias para equilibrar la balanza. Y las cicatrices son acompañadas de todos los resortes de mis engranajes, que saltán, se rompen, me abandonan.

Tu me dirás que es normal, a estas alturas, con el brindis de fin de año a las puertas, hacer balance y hacer cuentas con los deberes y haberes. No te extraña. Tampoco te extrañó que allá por el mes de agosto empezase el recuento: "que hay de nuevo, que hay de bueno, que aire nuevo nos cambio" decía mi canción, intentando engrasar mis bisagras, pero el invierno me ha pillado tal y como me dejo noviembre: desprevenido, despistado.

No te extraña. Y aqui ando, pesando las estrias de mi mirada, que no te ve. Y sólo le puede hacer frente ese gramo de vértigo y adrenalina que aún me queda; ese pedazo de equilibrio para ser funambulista y caminar (por aquella cuerda que colgué en las alturas) de mi ventana a tu balcón.

Y aqui ando, buscando el equilibrio. Por un lado peso escamas de mi piel y las uñas que me muerdo por no tocarte. Y por otro lado peso los acordes. Y aún me quedan cinco cuerdas en la guitarra, aún queda temporal, viento y reflejos. No te extraña. Tampoco te extraña que pase de Aerosmith a Fran Fernández y ya sabes que "si te he visto no me acuerdo, si te desvisto no te olvidaré en la vida"... En fín, para que engañarse, también peso el recuerdo de tu ombligo y tu desnudez.

Y aqui ando, parado. Equilibrandome. Noto que aún en los bolsillos me quedan piedras, esas que lanzaba contra tu ventana para llamar tu atención, para que me echases un ojo. Y debo tener algún roto, por que mientras este lado de la balanza en que me encuentro sube más alto, el contrario casi roza el suelo. No te extraña. Tampoco te extraña que en este punto vuelva a tu desnudo, por que los cuerpos desnudos no tienen bolsillos para guardarse objetos o rencores.

Y aqui ando, como un funambulista. En las alturas. En cualquier momento me escalabra una nube. Una cicatriz más.

lunes, diciembre 12, 2005

Y cómo te nombro ahora...



Yo que he pronunciado tu nombre cuando sólo te imaginaba...

Yo que te he puesto un nombre sencillo al principio, cuando sólo eras una idea, cuando sólo te pensaba... ahora tengo la boca en llamas.

Ya lo sabe usted, señora,

creo que ya se lo he contado,

tengo tantos celos de la luna,

que si me alcanza algo de luz

salgo eclipsado.

Yo que te cambié de nombre para poder reconocerte después...

Yo que te puse un nuevo nombre, para saber encontrarte, para no perderme... ahora hay fuego en mis cuerdas vocales.

Ya le canto a usted, amiga,

creo que ya lo habrá escuchado,

tengo una fumada de palabras,

que me deja la garganta

y los pulmones empedrados.

Yo que te nombraba, una vez que supe que eras real...

Yo que a tu nombre intentaba vendarle las heridas, para hacerlo mio, para que no doliese... ahora se incendian mis labios.

Ya la observo a usted, compañera,

creo que ya lo habrá notado,

tengo tanto fuego en las pupilas,

que se incendian las sabanas si amanece

y veo que junto a mi se ha despertado.

Yo que he querido ponerte tres nombres...

Yo que he querido llamarte Ayer, Hoy, Mañana... ahora me arde hasta el paladar, quizás por deseo, quizás por ansia o egoismo... quizás por que tengo un nuevo nombre para ti.

Ya le toco a usted, mi vida,

creo que alguna vez lo ha sentido,

señora, amiga, compañera, le pido...

cuando vierta mis hormonas

sobre el edredon amarillo...

prometa usted ser las horas

que den cuerda a mis vicios.

viernes, diciembre 02, 2005

La deuda...


Aunque me enfrento conmigo mismo casi a diario y me llevo la contraria a mi mismo en eso de ser "persona de palabra", tengo contraida una deuda y... es el momento de pagarla.

Ocurre que... uno se va encontrando en el camino con sorpresas, no todo van a ser piedras. Y ocurre que... uno comprueba como aún hay "rincones", "espacios" y "paraisos habitados" donde sigue teniendo cabida aquello de otro mundo es posible o imaginemos que algo quedará... Ocurre que... uno se convence que aún se puede tener fe en el ser humano y ocurre que... cada uno a su manera, me empuja a que grite que no todo está perdido, que siempre quedará un día más para seguir adelante.

Es por ello, y espero Gabi no te moleste, que quisiera extender el pago de la deuda a todos ellos, agradeciendo las sonrisas que consiguen arrancar, agradeciendo que en muchos casos me hagais estremecer y sienta con vosotros... sienta como vosotros. En fin, agradeciendo esos abrazos via ADSL ( o como cojones se escriba) y agradeciendo que seais tan buenos anfitriones cuando viajo hasta vuestro "rincón" y permitís que entré calzado y pueda dejar mi huella.

Esta noche despojada de oraciones
y con sueños imposibles de rezar,
me dispongo a hayar mis propias conclusiones
musicando una plegaria personal.
Que sea pecado la melancolía
de los templos, galerias del horror,
que se imponga a cada santo una sonrisa,
que sólo haya en la alegría salvación.
Y que venga de una vez un dios a darle de comer
al que jamás pudo tener
más que razones para estar
siempre al margen de la dignidad.
Que sea el cuerpo una celebración en vida
siendo parte del orgasmo universal,
que no haya mas bendición que la agonía
de nacer en el fundirse... y derramar.
Que en tu cara brille hoy toda la risa
que la historia se encargó de censurar,
que regresen de la muerte los artistas
que humanizan el derecho a imaginar.
Que sea esta canción esperanza
en tu malcurada fe.
Que mi voz se torne agua
si en tu corazón hay sed.
Que haya más cartas de amor en los buzones,
que se declare inocente a la verdad
y que vuelvan a danzar las emociones
aunque ya no sean tiempos de bailar.
Que se invente una poción
que troque el oro negro en pan,
que en las ruinas del amor
florezca la necesidad
de inventarnos una oportunidad.
Que reciban con fuegos artificiales
a los inmigrantes que vienen del mar
y que aprendan a besar los generales
y que el miedo desaprenda a gobernar.
Que sea esta canción esperanza
en tu malcurada fe.
Que mi voz se torne agua
si en tu corazón hay sed.

(Oración de Fede Comín, del disco Buenos Días)